"Los partidos tradicionales no excluyen su transformación en partidos de ideas, concretas, definidas, orgánicas. La afirmación de la solid
aridad con el pasado no es incompatible con la posesión de claras y prestigiosas nociones de actuación principista dentro de la época en que su organización a persistido. (...)
Puede haber partidos históricos, por su origen y por su idiosincracia, inaccesibles al patrón moderno de las actividades democráticas, rebeldes a una caracterización progresiva de sus aspiraciones e ideales. Esos partidos, como el nacionalista, hacen de la tradición su única y precaria razón de ser, que equivale a una razón de no ser. (...)
Pero no se debe confundir en un mismo juicio partidos diferentes -nacidos acaso de la misma manera, de los conflictos personales en lejanas y difíciles horas de integración nacional, aunque, desde el primer instante, inspirados en opuestos propósitos superiores a sus caudillos- porque se incurre, usando cartabón idéntico, en una notoria injusticia. El Partido Colorado, si se examina su actuación en más de medio siglo, no ofrece las mismas peculiaridades de su adversario. Desde luego, tiene un programa, no escrito con tinta sobre pergaminos de archivo, pero si escrito con sangre en las más gloriosas efemérides de los anales patricios. Nadie puede discutir que desde Rivera hasta Flores, desde Suárez hasta Juan Carlos Gómez, su esfuerzo constante se caracterizó heroicamente por la defensa de la libertad democrática fundamental, y en muchos casos, por la defensa de la propia independencia que amenazaron los déspotas más nefastos de las vecindades americanas, en apariencia, en complicidad, en alianza con los caudillos o estadistas más conspicuos del partido blanco. (...)
(El partido colorado) Tuvo sus épocas infortunadas, aquellas en que los mandones sin escrúpulos dañaron en su nombre, al país.
Pero en esas épocas, más bien de hibridismo y de confusión de filiaciones y divisas, que contaron con el consenso de adversarios solícitos, el partido Colorado veló, desde abajo, por su reputación histórica, encabezando las oposiciones liberadoras y concurriendo, a veces, a los campos de batalla para derribar la usurpación que cerraba las puertas de la legalidad y del derecho a las actividades legítimas del pueblo. (...)
¿Podrá negarse, a través de ese tiempo, la evolución ideológica del Partido Colorado. No es de golpe, de improviso, de la noche a la mañana, que se puede obtener la integración completa de una obra semejante, dentro de un medio nuevo como el nuestro y dentro de un partido que no había podido disciplinar el concepto orgánico de su orientación principista definitiva, aunque todos sus esfuerzos tendieran a ello. de Guillermo II se ha dicho: soberano medieval, olvida su carácter de sobreviviente de un mundo que ha eliminado de sus legislaciones el derecho divino. Del partido Colorado, podría decirse lo contrario: partido histórico, no debe olvidar su tradición, que significa su esfuerzo patriótico y perseverante por la independencia y la libertad de la república; pero de esa tradición extrae sus fuerzas, sus prestigios y sus aptitudes para no conservarse como mero guardián de sepulcros, como simple detentador de glorias ejemplares, sino para renovarse y transformarse en factor de jornadas nuevas, de obras fecundas, de conquistas complementarias, de realizaciones progresivas, de empeñosa adaptación a las modalidades del País...".
"El Día", 5 de agosto de 1913.
sábado, 1 de octubre de 2011
"PARTIDOS TRADICIONALES Y PARTIDOS DE IDEAS"
Etiquetas: partido colorado
José Batlle y Ordoñez,
partido colorado
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