Editorial de "EL DÍA"
"Los que consideran que el “batllismo” es solo un hombre, se
equivocan. –El batllismo, lo hemos dicho ya, es una fuerza ideológica,
una tendencia nacional, una bandería militante de principios
constructivos. –Para destruirlo, seria necesario destruir la obra de
doce años de gobierno y el espíritu pujante de la masa que le dio vida y
prestigio. –Esa es la ventaja, a prueba de contingencia políticas, de
los partidos capaces de programar ideales, de realizarlos y de
sostenerlos por inspiración patrióticas y devoción sincera al bien de
todos. –Los hombres valen por lo que piensan y por lo que hacen. –Los
hombres sobreviven en sus hechos y en sus ideas. –Para anularlos, se
impone la anulación de su obra. –Si esta obra ha sido buena, generosa,
fecunda, -resultado de una leal interpretación de deberes colectivos y
de conveniencias del mismo orden, arraigada como concepto orgánico de
realizaciones progresivas, trasuntación social de una etapa de
mejoramiento y de esperanza, que ha removido prejuicios deprimentes y
opresiones ancestrales, -no se destruye o se esteriliza con el vano
escoberrio de las verbas iconoclastas. –El árbol que ha hendido
profundamente la tierra con sus raíces, tienen en ellas, de donde sube
la savia y donde nutre su fuerza, la garantía de su estabilidad y de su
floración. –Así, cuando los hombres capaces de ser partidos, -cuya razón
inmanente y cuyo prestigio están dentro de sí, como en la vida en el
fruto, -cifran su potencial creador y dinámico en el pueblo, en una
poción del pueblo al m
enos, no temen las ráfagas eventuales de las
pamperadas políticas: en medio de la tormenta dan la sensación
confortante de su impavidez y de su confianza, porque sus raíces
inconmovibles están en la conciencia, hondamente protegidas, de todos
los hombres que sienten la maternal necesidad de nutrirlas con el amor
de lo propio y de lo bueno!
La obra del batllismo no es el adventicio desparramo de semillas
secas, a los vientos de la oportunidad, sobre tierras sin humus. –No es
el “snobismo” sistematizado, como el de un modisto que quisiese a toda
costa adaptar a su capricho la modalidad viva. –No es la versátil
inspiración de una hora de vanidad o de quijotería que dura, como el
lirio, la breve belleza de sus pétalos, sin dejar otro recuerdo que el
de sus colores. No es la improvisación delirante de mera coreografía
política, destinada a explotar ansiedades para ganar el efímero aplauso,
que es placer de los mediocres porque vive tan solo el momento físico
del palmoteo. –No es la barca sin gobierno que marcha al azar de la
corriente, expuesta a que cualquier encrespamiento de las olas ponga fin
a sus aventuras sin objeto y sin rumbo. –No es el capricho, hecho ley,
que el capricho deroga por otra ley, cuando los hombres cambian y
desfilan los sucesos a la zaga de nuevas voluntades...
La obra del batllismo, es la obra de una época; el resultado de una
larga y profunda elaboración de añoranzas y optimismos; la
cristalización de un estado de conciencia colectivo; ecuación social de
superiores características morales; conclusión de un silogismo cuyas
premisas fueran libertad y justicia; aspiración de todos los que sufren y
de todos los que sienten la realidad del bien país; redención para los
oprimidos del taller o del hogar; descanso para los que viven
trabajando; respeto y protección para los desafortunados y para los
humildes; derechos para todos a al pan, la felicidad, a la cultura, al
voto, al amor y a la vida; progreso, igualdad, riqueza, gobierno de
ideas, caminos, puentes, colonias, escuelas, liceos, parques, educación
física, industrias propias, personalidad nacional en lo económico y en
la intelectivo, democracia sin autócratas constitucionales y sin carpas
montoneras, civilización intensiva anhelo siempre creciente de agrandar
los horizontes, de establecer los derroteros para acercar el porvenir al
esfuerzo edificador del patriotismo... –Y esa es la obra que habría que
destruir y arrasar, para arrasar y destruir el batllismo que tanto se
odia y se hostiliza, con una visión errónea y superficial de su carácter
y su fuerza. –Habría que deshacer todo lo hecho en muchos años de labor
sin intervalos, venciendo la resistencia de un pueblo entero, para
arrogar al batllismo de sus baluartes sin armas y borrarlo de la
historia que se forma con los hechos y se enaltece con el pensamiento y
no con los agravios personales o las pasiones banderizas, frágiles y
efímeras, como que cambian con los acontecimientos y mueren con los
hombres...
El batllismo hizo, en años recientes, más, mucho más que en medio
siglo anterior de gobiernos malos o estériles porque, aún en sus
errores, que nadie está libre de ellos, no tuvo otra preocupación que la
del bien. –Lote de los que hacen, es el de ser resistidos por los que
viven pensando, sin una obra propia donde apoyarse, en lo que no debiera
hacerse. –Lote de los que marchan adelante, despejando de obstáculos el
camino, para llegar a un fin generoso, es el de que los de atrás hagan
lo que el buen caballero de la leyenda grabara como un estímulo en su
divisa de vencedor. –Nos explicamos la impaciencia de los adversarios
por celebrar los funerales del batllismo: el batllismo representa una
fuerza de avance y de progreso que, en todas partes, conjura oposiciones
febriles del lado de quienes todo lo someten al patrón inconmovible de
las cosas hechas, de las ideas heredadas, de los principios aprendidos
al nacer. –Como el batllismo es la reforma y el perfeccionamiento, con
arreglo a los conceptos evolutivos de la mentalidad y de la justicia
universales, que caracterizan nuestra época de remoción y de innovación,
en nombre de altos intereses y en procura de finalidades que el pasado
no consultara; es lógico que todas las resistencias conservadoras y
reaccionarias se conciten contra él para anularlo o invalidarlo. –Pero,
lo repetimos una vez más: el batllismo es una fuerza porque es una obra
firme, de raigambre profunda en la vida y en la conciencia nacional,
realizada a despecho de todo, capaz de sobrevivir por su propia
virtualidad, inaccesible a la piqueta demoledora porque habría que
derrumbar la existencia, con el progreso mismo del País, para
desvanecerlo en el polvo que empenacha las ruinas al impulso del viento.
–En cada página de nuestro anales legislativos en cada uno de nuestros
talleres, en cada una de nuestras escuelas, en cada una de las
instituciones económicas y culturales, en cada uno de los pilares de los
puentes del País y en cada una de las voluntades redimidas que integran
la masa popular, el batllismo tiene el fundamento prestigioso de su
razón de ser y de su vitalidad moral. – Destruid todo eso, si podéis,
adversarios de la obra realizada! –Y aún así, si fueseis capaces de tal
milagro iconoclasta, todavía habríais logrado poco en favor de vuestras
pretensiones, porque todavía sobre los escombros que el fuego calcina y
purifica, se alzarían las ideas inmunizadas señalando al inquebrantable
esfuerzo del batllismo, -bandería impersonal y patriótica –el nuevo
deber de defenderlas con más empeño que nunca, porque son buenas, porque
son sinceras, porque son fuertes, porque son invencibles!"
(30 de setiembre de 1916)