miércoles, 17 de octubre de 2012

EVOCACIÓN DE GARIBALDI

     
     El texto que sigue, es un fragmento de la conferencia pronunciada en el salón de actos de la Sociedad "Unione e Benevolenza" de Buenos Aires el 17 de setiembre de 1998, por el entonces Director del Museo histórico Nacional argentino Dr. Juan José Cresto.

       
                PERFIL DE UN HÉROE ROMÁNTICO
   
   "Hay en esta vida un halo romántico poco común, un idealismo propio de quienes abrazan sus convicciones con todas sus fuerzas y deseos, una intensa pasión de vivir que lo rescata siempre de todos los peligros y causa admiración. Lo dice simplemente el almirante Brown cuando lo vence en el Paraná: "¡No maten a Garibaldi!. Ese gringo es un valiente".
     La heterogeneidad de su tropa era asombrosa. Bixio, su ayudante, era marinero, Türr, el organizador de la expedición de los Mil, era ingeniero civil, Nullo, era industrial textil, Barzani, cirujano. Los había obreros y comerciantes, pintores, corredores de bolsa, diputados, escribanos y un sin fin de oficios unidos por un ideal a su persona atractiva, generosa e idealista. Sirva para ello la palabra  siempre encendida de George Sand:
     "No me sorprendió ver en aquellos días el retrato de Garibaldi en las casas piadosas de Velay y Cevenne. Este aventurero ilustre a quien hace muy poco ciertos espíritus temerosos lo describían como un bandido, estaba colocado allí, en medio de las imágenes de los santos. ¿Y por qué no?.  ¿Por qué no iba a ocupar un lugar entre los protectores de la gente humilde precisamente él, que había anunciado al pueblo italiano una nueva fe?. Su palabra recordaba a la de los primeros cristianos. De su boca no salían argumentaciones políticas, no se trataba de la teoría materialista del interés personal. "Os traigo -les dice- el peligro, la fatiga, la muerte; predico la salvación del alma y no una vida tranquila. Levantaos y seguidme!". Así habla a los campesinos italianos, y ellos se levantan y andan, obedeciendo la llamada del entusiasmo.¡Y aún hay quienes sostienen que el tiempo de los milagros ha pasado!".
          
         
          LA POPULARIDAD DE GARIBALDI
     
   La popularidad de Garibaldi en Europa era increíble. Bakunin, en Siberia expresa que todos los vecinos de Irkutsk tomaron partido por Garibaldi contra el Rey de las Dos Sicilias. Los rusos esperaban a Garibaldi en las revoluciones de 1860 y 1863. Ese año, cuando se produjeron las revueltas en Plonia, se supuso que allí también iría Garibaldi. Lo llamaban por todos lados "El Libertador". Se suponía que intervendría en el Imperio Otomano, en defensa de las naciones balcánicas sojuzgadas. La palabra "garibaldino" llegó a ser un adjetivo calificativo de una proeza.  En 1861 los pueblos italianos apoyaban a Lincoln contra los sudistas esclavistas, a punto tal que muchos "camisas rojas" se enrolaron en el consulado americano en Turín. El embajador americano en Italia, George Perkins Marsh, dijo que los voluntarios garibaldinos serían quince mil y el cónsul de Amberes le escribió a Garibaldi para expresarle que si viajaba a Estados Unidos "su fama sería mayor que la de Lafayette". Garibaldi contestó: "Dígame ante todo si van a liberar a los negros o no". Tal vez esta opinión impulsó definitivamente a Lincoln a redactar su "Proclama de Emancipación" y, aunque la suposición puede ser presuntuosa, conviene recordar que la popularidad de Garibaldi era universal y justificaba seguir el sentimiento de la época, como vector de la historia.
     No se podrá entender la personalidad de Garibaldi y de sus garibaldinos sin este impulso popular de idealismo romántico que fue en él una constante natural, no una impostura y que ese mismo sentimiento se extendió a sus seguidores. No se puede vivir una representación durante la vida entera. Sin duda, el vivió en su corazón, en sus sentimientos, la epopeya de la libertad. Vivió con ella y para ella.
     Su principal objetivo fue la unidad italiana, pero el escenario de su actuación fue el mundo y la redención del género humano".
   
          (Revista  "El Museo Histórico Nacional", segunda época, año 2, No 2, Buenos Aires junio, de 1999)