sábado, 1 de agosto de 2009

RENAN RODRIGUEZ, UN BATLLISTA EJEMPLAR

Cuando hace una década atrás fallecía ese gran batllista que fuera Renán Rodríguez, sentíamos no sólo que desaparecía un destacado hombre público sino que, además, se iba una verdadera memoria viviente de la historia del Partido Colorado y del Uruguay.
Al modo - permítasenos la comparación-, de aquellos “viejos venerables” de ciertos pueblos antiguos que al morir, llevaban consigo buena parte del bagaje cultural del grupo. Y cuya pérdida significaba para el colectivo, lo que para nosotros occidentales el de una biblioteca.
Hombre de permanente consulta tanto para periodistas, historiadores, o simplemente jóvenes correligionarios ávidos de conocer detalles de la historia partidaria, quisiéramos recordarle transcribiendo un fragmento del editorial de la que fuera su “última casa”, el desaparecido vespertino “El Diario”, y que tuviéramos el honor de elaborar junto al inolvidable amigo Jorge Otero Menéndez.
Renán Rodríguez había nacido el 12 de diciembre de 1912 en la 1ª sección del departamento de San José, donde se había radicado su familia en los orígenes poblacionales del país.
Su padre militaba en filas del batllismo maragato, siendo socio responsable de la sociedad editora del diario “El Tiempo”. Cuando el golpe de estado de 1933, la publicación fue clausurada durante un mes. A su reaparición, Renán comenzó a hacer sus primeras armas en el periodismo, con las dificultades del caso, y las advertencias del comisario, que no toleraba que las notas que no pasaban la censura previa de la dictadura fueran sustituidas con espacios en blanco.
En 1936, abandonado su “paraíso perdido de San José”, se radica en Montevideo y pasa a ser funcionario rentado del Partido Colorado como secretario de la Comisión Nacional de Organización Partidaria, creada en virtud de un decreto de la Convención del 2 de octubre de aquel año. Esta disposición establecía por vez primera el sistema de afiliación, y sobre sus registros se realizó la elección interna de 1938. Las autoridades así electas decidieron mantener las medidas de abstención cívica que regían en el batllismo desde poco después del comienzo de la dictadura “marzista”, encabezada por Gabriel Terra y sostenida por Luis Alberto de Herrera.
Se mantuvo en el cargo por el término de una década, lo que le permitió seguir muy de cerca los comicios internos partidarios de 1938, 1942 y 1946. De allí surgió su acendrada vacación por los temas electorales, y la notoria versación que lo caracterizó y que lo llevó a ocupar, recuperada la democracia en 1985, la presidencia de la Corte Electoral.
Al iniciarse la década de los años 50 fue electo Representante Nacional, desde cuya banca dio nuevas pruebas de su talento y conocimientos. El primero de marzo de 1955 asumía el Colegiado presidido, durante ese año, por Luis Batlle Berres. El gobierno entrante era de unidad batllista, y Renán, como integrante de la “14”, acepta la cartera de Instrucción Pública y Previsión Social.
En mayo del año siguiente se produce una grave crisis gubernamental, con la renuncia del Ministro de Salud Pública Julio César Estrella, perteneciente a la “15”, con motivo de una interpelación que le promueve el Senador Carlos Mattos, ex quincista, pero en ese momento de la “14”. Los ministros catorcistas Renán Rodríguez y Carlos B. Moreno –este último de Industrias y Trabajo- renuncian de inmediato a sus cargos, verificándose enseguida el retiro de todo el ministerio.
En 1954, Renán Rodríguez fue reelecto diputado, y en el 58 –año de la victoria del nacionalismo aliado con el ruralismo de Benito Nardone- es elegido a un tiempo senador y representante, optando finalmente por la Cámara Baja.
A comienzos del año 1962 participa de la fundación de la lista “99”, nuevo agrupamiento que nuclea tanto a figuras de la “15” que se escinden de dicha lista –Zelmar Michelini, Aquiles Lanza, Hugo Batalla-, junto a otros que integraban la “14” –el propio Renán, Enrique Martínez Moreno, Alfredo Massa, Julio C. Da Rosa, Alberto Roselli, Antúnez Jiménez, Delfos Roche-. Presentándose al comicio general de noviembre con Renán como cabeza de lista al Senado, obtiene la novel agrupación 76.510 votos, que se traducen en dos puestos en la Cámara Alta y siete en la Baja. Sobre esta experiencia que protagonizó con Zelmar Michelini, manifestaría en una ocasión: “Aquel fue el recuerdo más hermoso de mi vida”.
En 1966 abandona la “99” por discrepancias con la posición del sector frente a la reforma constitucional, y en las elecciones subsiguientes integra la fórmula presidencial acompañando a Amilcar Vasconcellos. En las elecciones de 1971, fue candidato a la Vicepresidencia de la República en la fórmula que encabezó Jorge Batlle.
Al margen de tan rica experiencia política, mantuvo un casi permanente ejercicio periodístico, en el que dio pruebas no solo de un estilo claro y accesible para el gran público, sino de la versación imprescindible para orientar a la opinión ciudadana en la dilucidación de los importantes temas nacionales.
En tal sentido, no sólo fue redactor político de “El Día” durante largo lapso, ocupó asimismo la codirección del matutino batllista a fines de la década del sesenta e integró posteriormente, casi diez años después, su Consejo Editorial justamente en tiempos que el país sufría la dictadura militar.
Fueron muestra elocuente de su estilo y capacidad, las notas históricas que desde el suplemento “La Semana” de “El Día”, -algunas de las cuales, años más tarde, eran de nuevo publicadas por “El Diario”-, firmó con el seudónimo “Doserres”.
Nos resultará inolvidable –a quienes tuvimos el gusto de tratarlo-, su natural sencillez y su extraordinario brillo intelectual que se manifestó hasta el último momento de su vida. Sus maravillosos consejos y su admirable vocación de servicio. Su ejemplar honestidad moral y cívica. Su sentido de la amistad, su amor por la República, su devoción por el batllismo a cuya divulgación, defensa y enriquecimiento ideológico consagró facetas esenciales de su vida.