viernes, 19 de noviembre de 2010

LUIS BATLLE Y LOS JÓVENES III

El bienaventurado azar nos condujo a un reportaje que el periodista César di Candia realizara a Juan Justo Amaro, uno de los dirigentes batllistas más destacados del interior del país. El mismo es otra muestra elocuente de la importancia que Luis Batlle otorgaba a las figuras jóvenes y con proyección dentro del Partido Colorado.
   “-Usted empezó su carrera política junto a don Luis Batlle.
   -Si señor. Y de una manera insólita. Allá por los años sesenta, don Luis me encontró tomando una copa en un café del centro y me invitó a ir a Sarandí Grande. Yo era un dirigente político juvenil de segundo orden. Vivía en Florida pero trabajaba en las oficinas de AFE en Montevideo. Venía todos los días en ferrocarril, que en aquella época ponía dos horas veinte. Tema va tema viene llegamos a Sarandí Grande donde los dirigentes habían preparado un gran acto político Antes de empezar Luis Batlle les preguntó: “¿Qué persona joven va a hablar?”. “Ninguna, no tenemos”. “Entonces Luis Batlle tampoco habla. En las asambleas debe haber siempre gente joven”. Los dirigentes no sabían que hacer. “Si ustedes no tienen a nadie yo he traído uno”. –dijo don Luis señalándome a mí. Yo casi me caí al suelo de susto. “¡Pero don Luis!, ¿de que voy a hablar?. ¿De las madres?”. “Vos hablá del partido, meté alguna anécdota y vas a ver que todo sale bien. No le tirés ningún viaje al escribano (Faustino) Harrison porque sos muy joven y hay que saber respetar. En todo caso yo le doy por la cabeza.” El asunto fue que hablamos Luis Batlle y yo. A raíz de eso los diarios blancos empezaron a hablar del “candidato joven de Luis Batlle” y casi insensiblemente fui llevado a las listas. (…)
   -¿Qué recuerdos guarda de él?
   -El de un hombre tremendamente afectivo y afable, pero duro cuando debía serlo. Tenía un gran respeto por la gente joven. A veces iba a verlo al diario “Acción” y pasaba mucho rato conversando conmigo y eso que yo era apenas un veinteañero que no tenía ninguna representatividad política. Afuera había esperando personalidades importantes, caudillos de barrio, directores de Entes Autónomos y él no me dejaba ir. Yo me ponía furioso y don Luis me decía: “yo ya se lo que piensan esos, me interesa conocerlos a ustedes que son el futuro”
(Semanario “Búsqueda” , 21 de mayo de 1992).


   Juan Justo Amaro fue miembro del Concejo Departamental de Florida en tiempos del colegiado -establecido por la constitución del 52-, y, luego de la última dictadura, Intendente Municipal de ese departamento (1995-2000). Diputado en varios períodos, senador durante la pasada legislatura, se desempeñó asimismo como director de Ancap y presidente del directorio de Ose.

martes, 9 de noviembre de 2010

LUIS BATLLE Y LOS JÓVENES II


   De Luis Batlle se dijo en su momento que “tomó las banderas que otros habían dejado caer”, infundiendo al batllismo un torrente de energía renovada. Energía que consumió su vida en plena lúcida madurez. Parafraseando, pues, la definición que el maestro Daniel Vidart hacía de otro batllista ejemplar, Tomás Berreta, la vida política de Batlle significó una verdadera “apología de la acción”.
Y supo, además, como intentamos demostrar en nota precedente, promover en torno suyo a los jóvenes. En el convencimiento, estamos seguros, de que una de las tantas formas de que funcione la “fragua” generativa de nuevos dirigentes radica, precisamente, en la discusión profunda del dirigente con el joven sobre los más álgidos temas del país.
   En 1997, y con motivo de conmemorarse el centenario del nacimiento de Luis Batlle, el desaparecido vespertino “El Diario” –con el cual colaborábamos entonces- publicaba un suplemento especial en homenaje a su figura. Allí tuvimos la ocasión de entrevistar al veterano dirigente Juan Adolfo Singer, que así recordaba su primer encuentro con el líder:
   “-Diputado Singer, ¿cómo conoció usted a Luis Batlle?
   -Lo conocí personalmente en 1953, cuando tenía yo 17 años. Integraba por entonces la Asociación de Estudiantes Batllistas del Liceo Nocturno, una organización que formaba parte de otra mayor, la Federación de Estudiantes Batllistas. Teníamos en la ocasión elecciones para renovar la comisión directiva del gremio, y decidimos solicitar la colaboración de la principal figura del partido.
   -¿Por qué, era una elección difícil?
   -Era muy politizada. Observe que competíamos: los batllistas, los blancos, los comunistas, los socialistas, los anarquistas y los cívicos; es decir, un conjunto variado de agrupaciones estudiantiles, pero todas con notoria filiación política. Necesitábamos de algún apoyo de carácter económico, así como también periodístico de “Acción”, para publicar nuestros comunicados y declaraciones. Fue entonces que cuatro compañeros, constituidos en comisión de prensa de la Asociación Batllista del Liceo Nocturno, pedimos una audiencia que Luis Batlle, para nuestra sorpresa, concedió al otro día de solicitada.
El lugar indicado fue radio “Ariel”, que estaba ubicada en 18 de Julio casi Médanos, hoy Barrios Amorín. Allí, en su despacho de la planta alta donde habitualmente recibía por las tardes, nos atendió con suma deferencia. Estuvimos conversando más de una hora. Escuchó nuestros planteos; se interesó por la marcha de nuestra agrupación, aún en los más mínimos detalles, y nos expuso con argumentos claros y firmes cuáles eran sus principales posiciones políticas. Recuerdo que nos advirtió que debíamos distinguir nítidamente los límites entre la actividad gremial y la partidaria.
   -¿Qué lo impresionó más en ese momento?
   -Me impresionó mucho la actitud sencilla que tuvo durante la entrevista. Cuando ingresamos a su despacho, el se encontraba sentado al escritorio. Se puso de pie, nos tendió la mano a cada uno, y no volvió al lugar que ocupaba, sino que tomó asiento en unos sillones que allí había con nosotros, formando rueda. Ese hecho, de no poner “en medio” el escritorio, como línea divisoria entre el líder y los ignotos estudiantes, dotó al encuentro de un aire más democrático e igualitario. Creo que tan cordial actitud, lejos de ser trivial, pinta al hombre”.

(Juan Adolfo Singer integró el círculo de colaboradores de Luis Batlle. Electo Edil en 1958, y Representante Nacional en 1962 por el sector de la lista “15”, fue asimismo varias veces diputado y senador. Se desempeñó, asimismo, como redactor político y jefe de redacción de “Acción”, el diario fundado por Luis Batlle en 1948).

lunes, 8 de noviembre de 2010

LUIS BATLLE Y LOS JÓVENES

  

   Este mes de noviembre tiene una profunda significación para los jóvenes colorados. Por segunda vez –la primera fue en 2007- eligen a sus propios representantes a la Convención Nacional y a las diecinueve Convenciones Departamentales.
Sobre la figura y trayectoria de Luis Batlle Berres no es necesario abundar. Resulta, si, expresivo ante la próxima elección juvenil, dar a conocer el diálogo que sostuvo por el mes de enero de 1937 –corrían los oscuros años de la dictadura de Terra- con un veinteañero militante batllista. Así narraba aquel joven su encuentro con el dirigente:
   “Fue en ese mes de enero de 1937 cuando conocí a Luis Batlle.
Subíamos una tarde la gran escalera de la Casa del Partido, situada todavía en una casona de 18 y Médanos, que ya no existe, cuando en su rellano apareció el personaje. En plena primera madurez, pues no tenía aún cuarenta años, vestido con un traje gris, su rostro trasmitía aquella cordial firmeza que siempre lo caracterizó. Alto, atlético, de su persona emergía un fluido de fuerza y de seguridad. Era, como se sabe, apuesto y un tanto arrogante. Un cierto toque de bohemia le daba más atracción a su persona.
Estaba conversando con algunos correligionarios cuando me vio y avanzó hacia mi modestísima persona.
“¿Así –me dijo con una camaradería que me llenó de asombro- que estamos en filas distintas?”. La interrogación aludía al hecho que él –acompañando al grupo de El Día- se había pronunciado por la abstención, mientras en Avanzar (*), donde yo militaba, adelantaba la posición concurrencista. Aunque en los hechos yo no estaba definido en el tema como, si, lo estuve después, -porque me habían impresionado profundamente los discursos abstencionistas de Rodríguez Fabregat y Zavala Muniz dichos en el seno de nuestra agrupación- asumí, con bastante timidez, la defensa de la causa que Luis Batlle creía que era la mía, y ya se planteó una linda discusión. Habrá sido una media hora en la que procuraba defenderme ante un rival mucho más fuerte que yo. A Luis Batlle le brillaban los ojos, mientras desarrollaba con rigor y energía, la argumentación de su causa. Entonces, y siempre, el centro de su discurso tenía una especie de sólida y austera musculatura argumental sin concesiones a lo accidental o menor. Como ocurre con todo hombre muy joven, mis tesis tenían una cierta dosis de dogmatismo, mientras las de él se mantenían en un plano de estricta racionalidad. Cuando terminamos aquel pequeño duelo, me apretó cordialmente el brazo y me pidió que saludara a mi padre, militante de su misma causa.
   El hecho puede parecer intrascendente, pero para mí tuvo una significación especial. Era la primera vez que un dirigente del Partido, sin necesidad de recurrir a las presentaciones protocolares, se adelantaba a conversar amistosamente, y proponía, para discutir abiertamente, un tama a un oscuro mozo de poco más de veinte años”.


El entonces ignoto joven no era otro que Luis Hierro Gambardella, figura consular del batllismo -a quien representó como Edil, Diputado, Senador y Ministro- y que concluyera su actividad política como Embajador de la República en España.
 
   (El entrecomillado es un extracto del artículo “Como conocí a Luis Batlle”, de Luis Hierro Gambardella, publicado en el número 7 de la revista “Hoy es Historia” , diciembre de 1984-enero de 1985).
(*)Agrupación batllista radical fundada a fines de la década del veinte del siglo pasado por Julio César Grauert.