viernes, 27 de marzo de 2015

BALTASAR BRUM


                                           por Domingo Arena



1923. Brum entrega la presidencia a José Serrato
"Brum, hijo del colegiado y que murió por honrarlo, fue su devoto constante consagrándole lo mejor de su espíritu. Se hizo orador nada más que para hacer la propaganda del colegiado y sus múltiples bienes, y concluyó por ser un obsesionado del libérrimo sistema de gobierno. Pero donde Brum puso más a prueba su fervor colegialista, fue en la Comisión de los Ocho que programó la Constitución derrumbada y en la que tuve el honor de acompañarlo. Entonces Brum era el candidato seguro a la próxima presidencia. Si hubiese sido un hombre, no ya egoísta, sino simplemente inclinado a disponer de suficientes facultades para mejor realizar el bien a su manera, pudo verse inclinado, en algun momento, en no cercenar demasiado la función presidencial. Sin embargo , Brum luchó denodadamente para reducir aquella a su mínima expresión. Así, pues pugnó días y días por que los jefes políticos tuvieran que salir de una terna del Consejo y sobretodo porque la Presidencia no dispusiera del Ministerio de Hacienda que los nacionalistas consideraban indispensable por razones de buena administración. Y en lo que por desgracia fracasó, y los que lo acompañamos a él, a pesar de haberse puesto brioso empeño, fue en que las policías fuesen gobernadas por el Consejo Nacional, lo que Batlle consideraba con visión profética, como el marronazo decisivo que debía darse al omnimodo poder presidencial para impedir catastrofes como las que estamos sufriendo, mazazo que no se dio- ¡cuantos arrepentidos lo lamentaran ahora!- por la obstinada oposición adversaria. Su acendrado vívisimo batllismo fue otra de las grandes características de Brum. He asistido de cerca al enorme desfile de los partidarios de Batlle y puedo afirmar que entre todos, por su entusiasmo, su eficacia y su sinceridad se ha destacado en primera fila Brum.(...) Como nadie se empapó del humanitarismo de la doctrina, probándola a cada rato. Si optó por el suicidio -estoy seguro- fue por defender las vidas de los dispuestos a sacrificarse a su lado. Lo que le interesaba era sublimar la suprema protesta que merecían nuestras grandes instituciones, torpemente abatidas y que la dictadura naciera manchada para siempre en sangre, para lo cual se apresuró a derramar generorsamente la suya"