miércoles, 23 de julio de 2014

EL BATLLISMO Y LA CULTURA

      
                  por Luis Hierro Gambardella


    Luis Hierro Gambardella (Treinta y Tres, 1915-Montevideo, 1991). Figura consular del batllismo, fue Diputado, Senador, Ministro de Cultura y embajador de nuestro país en España. Comenzó militando en la agrupación Avanzar, junto a Julio Cesar Grauert, y más tarde junto a Luis Batlle en la lista 15, sector al que pertenecería de allí en más. Profesor de literatura de "los de antes", poseedor de una amplia cultura humanística, se inició en la poesía con "Desnuda voz" (1947), obteniendo el primer premio del Ministerio de Instrucción Pública. Distinción similar obtuvo con "Pablo. Anti Pablo" en 1970. En cuanto al género narrativo, se destacó con "Evocación de las antiguas virtudes de Treinta y Tres", "El sórdido clamor y otros relatos", y "El viento y la siembra". Colaboró con brillo en diversas publicaciones como "Avanzar", "Sur", "El Ideal", y "Acción". Fue, además, un destacado crítico literario, siendo sus aportes publicados no solo en Uruguay sino en el diario "El Nacional" de Venezuela y diversas revistas de Nueva York. Quienes tenemos algunos años recordamos sus evocaciones históricas, tan precisas como como brillantemente escritas, en el semanario "Opinar", dirigido por el inolvidable Dr. Enrique Tarigo. Figuras como Justino Zavala Muniz, Basilicio Saravia, o Exequiel Silveira, entre tantos otros, o hechos como la revolución de enero contra Terra, o el aporte de Batlle y Ordoñez a la cultura, merecieron el placer de su pluma. Al momento de su entierro en el Cementerio Central, otra figura fundamental del batllismo, el profesor Carlos Cigliuti, expresaba: "como Parlamentario fue ilustre, y en un país donde se hace culto de la palabra, él descolló entre los mejores. Fue brillante en todo sentido y en ningún momento abandonó la intensidad de su lucha política. Fue extraordinariamente leal a sus principios colorados y batllistas y tuvo que enfrentar dos dictaduras, en 1933, cuando se iniciaba a la vida política, y luego la de 1973, y las enfrentó erguido, recto, insobornable. Actuando con honradez, fue el arquetipo del dirigente político".
   La nota que sigue fue publicada en "Opinar" el 16 de setiembre de 1982, días antes de las elecciones internas de aquel año, y refleja, en parte, el fragor político de entonces.

"La carreta", de José Belloni
   "José Batlle y Ordóñez fue uno de los primeros políticos del país en prestarle atención a los problemas culturales y consagrarle su estima a escritores, poetas, plásticos y artistas de la más variada condición. Fue amigo de Julio Herrera y Reissig, a pesar de notorias diferencias familiares y de Roberto de las Carreras, cuando ambos eran más conocidos por su exotismo que por su talento. Recibía en su mesa dominical a María Eugenia Vaz Ferreira; dialogó largamente con Figari y bien se sabe el afecto que tuvo por Florencio Sánchez. En su diario escribieron decenas de escritores, desde Javier de Viana, blanco, hasta Leoncio Lasso de la Vega, anarquista. Y su secretario personal fue el poeta Ovidio Fernandez Ríos. En su vejez, sintieron su amistad los plásticos más jóvenes y audaces de una gran generación, como lo fueron Michelena, Arzádum y Cúneo. Esas relaciones personales señalan, obviamente, los intereses culturales de un espíritu superior, pero tienen una relación, por encima de las personas, con la constante preocupación del estadista por los problemas de la cultura y del pensamiento. Fruto de esa preocupación fue, en su tiempo, la creación de una política de becas que Batlle consideró imprescindible para que los artistas se acercaran a los grandes centros de arte y cultura de la época. Sin bandería alguna, los plásticos y los dramaturgos más importantes del país fueron becados para conocer y estudiar en vivo los centros fermentales de Europa, con el solo compromiso de que retornaran a transmitir sus grandes experiencias en el país. Fruto de su empeño fue la creación de la primera Comedia Nacional, que Batlle hubiera querido entregarle a Florencio Sánchez, si la muerte no lo hubiera arrebatado tan tempranamente. Y si tuvo alguna diferencia con algún célebre escritor, de la que se ha querido sacar tanto partido desde filas adversarias, esa diferencia fue de carácter político y nacida de actitudes poco claras, desde el punto de vista político, de quien lo enfrentó con tanta pasión como sinrazón.
   Decimos todo esto, que es una síntesis apretada y parcial de la actitud de Batlle, para indicar el origen de una política cultural que nació con él y que ha sido practicada invariablemente por nuestro partido. Ni él, ni su partido, concibieron la relación con el artista y el creador, como la de un mecenazgo benevolente, propiciado por la vanidad o factores similares. Por el contrario, el Batllismo ha procurado crear instituciones impersonales, al servicio de la sociedad, para dignificar la labor del artista, nacionalizarla -si así se puede decir- y entregarla al conocimiento del pueblo del país. La creación del Sodre, la de la Comedia Nacional, la institución de premios literarios, la jubilación de artistas y escritores, las facilidades de edición, la obligación del Estado de reservar en sus nuevos edificios espacios para la creación plástica, fueron otras tantas conquistas sucesivas -muchas de las cuales han dejado de tener vigencia por desidia o desinterés de los órganos oficiales- que fueron marcando una preocupación superior del estado de gran dignidad democrática, ya que su función se redujo a estimular y no a interferir en la libertad creadora del artista. Como hemos recordado alguna vez, el Municipio de Montevideo, mientras fue gobernado por el Batllismo, pobló plazas y espacios libres con las mejores creaciones plásticas de nuestros artistas, al punto que no hay otra ciudad en el Continente que tenga, como la nuestra, el privilegio de mostar a su pueblo, las obras más importantes de toda una generación de plásticos nacionales, desde Belloni a Zorrilla y desde estos a Michelena, en vida de cada uno de ellos.
   Que todo esto ha decaído, es una verdad que rompe los ojos, aunque más que ha una intención deliberada, ello debe atribuirse al decaecimiento general del reconocimiento a los valores del espíritu que prima en la actualidad.Somos un país que estamos pagando duramente, y se seguirá pagando esta ausencia por mucho tiempo, el recorte y la asfixia de las libertades, y aunque los creadores sigan creando, sus frutos no llegan a enriquecer el espíritu de la nación.
   Somos de los que no creemos, desde hace mucho tiempo, que los escritores y artistas, por ser tales, o los intelectuales, para hablar en términos más generales, deben afiliarse a determinados partidos como colectividad gremial. Nunca hemos aceptado una tendencia que en alguna época se quiso manejar, que era crear en los partidos agrupaciones de intelectuales. Siempre nos hemos negado a participar de ese tipo de actividades dentro de nuestra colectividad, porque creemos que en ella debe actuarse como ciudadano, respondiendo a intereses de mayor generalidad.Ello no obstante, todo lo que hemos dicho en la líneas precedentes está dirigido a los artistas y a los trabajadores de la cultura, aunque naturalmente, interese no sólo a ellos sino a toda la ciudadanía. Y está dirigido a ese grupo de trabajadores para señalarle que el Batllismo va a librar una gran batalla en el próximo noviembre frente a una tendencia colorada, la presidida por el señor Pacheco, que nada hizo en serio mientras gobernó en defensa de estos valores culturales que hemos invocado.
   Desde el Senado de la República seguimos muy atentamente todo lo que podía tener relación con estos temas -como, naturalmente con todos los demás relacionados con la vida del país- y puedo afirmar que no ha habido en la historia de los últimos años, un período menos fecundo en todo lo que tiene relación con los estímulos a la creación y el arte que el protagonizado con el Presidente Pacheco. Lo que se hizo, poco o mucho, nació, siempre, de iniciativas parlamentarias. Y lo que se dejó de hacer fue fruto de la gran desidia presidencial. Sí, como es obvio, la elección de este noviembre se realizará para dotar de un rumbo ideológico al Partido, queda bien claro que en ese plazo podemos enfrentar dos cosas bien definidas: una preocupación, que reconoce ilustres antecedentes, de estimular con toda la fuerza del Estado la creación artística y cultural, presidida por un clima de libertad creadora, que es la definición y el compromiso de nosotros, los batllistas, y una despreocupación que originó tantos males que deberemos corregir, si queremos enaltecer a la República."