miércoles, 12 de mayo de 2021

AUTOBIOGRAFíA DEL GENERAL DON FRUCTUOSO RIVERA

 

   "Los apuntes del General Rivera, que van á leerse, existen originales de su puño y letra en la Biblioteca Nacional. Donólos a este establecimiento en 1884 , el por entonces Presidente de la República, General don Máximo Santos.

   Copia de ellos son las siguientes páginas, que á mis lectores ofrezco, ampliadas con noticias mías de algunos de los hechos de armas en que se destacara Rivera.

   El documento tiene el mérito de ser desconocido, y espero que conocido no dejará de tenerlo, como suele suceder con ciertos caballeros, que mientras permanecen en sus modestas viviendas, ignorados u ocultos, parece que valen, y que luego de lanzarse a la prensa, ó de subir á las posiciones espectables del poder, quedan oscurecidos, sin duda por el mucho brillo de aquéllas.

   Dicen así los apuntes del General Fructuoso Rivera .

"En 1811 estuvo en la clase de Alférez, en la división del Colla, contra las tropas españolas. Mandaba las fuerzas de la Patria Venancio Benavídez. Estuvo en la toma de San José; las tropas de la Patria las mandaba el Teniente Coronel Manuel Artigas, que murió en aquella jornada. Las tropas españolas las mandaba un Teniente Coronel Bustamante; allí se reunió el General Artigas, y mandó al General Rivera en clase de Teniente á encontrar al General Belgrano, que venía del Paraguay, á quien encontró en el pueblo de la Cruz, en las márgenes occidentales.

El General Rivera se incorporó al ejército de Artigas en el Canelón Chico, cinco días antes de la batalla de las Piedras; estuvo en ella y obtuvo el grado de Capitán y sirvió en esta clase en todo el sitio hasta el armisticio, habiéndose retirado con el ejército al Uruguay. Estuvo en la jornada del Arapey. Mandaba las tropas de la Patria Otorguez y Teniente Coronel de Blandengues Manuel Bautista Carneiro, hijo del Río Pardo; las tropas Portuguesas un Coronel Juan Antonio de Silvera, y un Maneco de Misiones.

 El General Rivera estuvo en la batalla de Santo Tomé. Las tropas de la Patria las mandaba un Coronel Planes, de Buenos Aires, y Otorguez. Las tropas portuguesas las mandaba un General Chagas. Estos sucesos tuvieron lugar el año 12 .

En este tiempo las tropas de la Patria fueron á poner el segundo sitio.

El General Rivera estuvo en el encuentro del día de Todos los Santos, en el Arroyo Seco, donde fué herido. Estuvo en la batalla del Cerrito el 31 de Diciembre del año 12. Obtuvo entonces la efectividad de Capitán. En esta clase mandó los puestos avanzados el 28 de Febrero de 1813 , para hacer desocupar á los españoles la Aguada y el Cordón y reducirlos á los muros de Montevideo. El General Rivera fué elegido por los jefes Artigas y Rondeau para esta operación que fué de grande importancia, y por primera vez el General .Rivera mandó un personal de setecientos hombres de las tres armas, que logró desempeñarse bizarramente con el aplauso de todo el ejército patriota y aprobación de sus generales, y le dieron el grado de Sargento Mayor de línea.

En esta clase mandó las tropas orientales en la acción de la Azotea de Don Diego, contra las tropas de Buenos Aires, que las mandaba un Capitán Martínez, de Dragones, y un Pérez, de infantería.

El General Rivera mandó las tropas orientales en el encuentro de la Orqueta de Salsipuedes, contra las que mandaba el Coronel Dorrego, á quien forzó á retirarse hasta la Colonia, habiendo sido perseguido tenazmente por el General Rivera.

El General Rivera mandó el todo del ejército oriental en la clase de Teniente Coronel de línea, en la batalla de Guayabos, el 10 de Enero de 1815 contra el ejército de Buenos Aires mandado por el General Dorrego. En esta jornada tuvo el General Rivera el empleo de Coronel y el mando después de las Armas de la capital de Montevideo á la cabeza de un regimiento de línea que organizó con el nombre de Dragones. El General Rivera mandó en jefe la batalla de la India Muerta, contra las tropas portuguesas á las órdenes del General Pintos. El General Rivera mandó en jefe la acción del Paso de Cuello contra las tropas portugalesas que mandaba en persona el General Lecor, el año 17 . El General Rivera mandó en persona las caballerías orientales en la batalla del Sauce, en las inmediaciones de Maldonado, en la que perdieron los portugueses un regimiento de línea y dos escuadrones de milicias, á término que apenas escaparon 50 hombres y el jefe de la división. Todos los demás murieron ó fueron prisioneros, quedando en este número 3 jefes, 34 oficiales y como 100 individuos de tropa.

El General Rivera mandó en persona las caballerías orientales en el encuentro de Pintado Viejo, contra las caballerías portuguesas que mandaba el General Silveyra,  donde fueron arrollados perdiendo los portugueses más de 200 infantes muertos y 160 prisioneros.

El General Rivera mandó en jefe las caballerías orientales en el encuentro de Guiaviyú contra las fuerzas de la columna de la derecha al mando del General Curado.

El General Rivera mandó las fuerzas orientales en el encuentro de Chapicuy, que ha sido uno de los más notables en aquella guerra. Las fuerzas portuguesas las mandaba el General Bentos Manuel.  Rivera en la clase de sargento mayor.

 El General Rivera mandó las caballerías orientales en el encuentro de Queguay Chico, donde fué sorprendido Artigas por Bentos Manuel Rivero ; pero luego fué acuchillado y perseguido por el General Rivera y forzado á perder los caballos con monturas y salvar por los montes á pie, habiendo perdido más de las dos terceras partes de la fuerza.

 El General Rivera mandó en persona las caballerías orientales en la retirada célebre del Rabón en 1818, suceso que ha sido el más notable en toda la guerra contra los portugueses, españoles é imperiales, por cuanto el General Rivera llevaba un personal de 1,700 hombres contra 3500 de las mejores caballerías del Continente, mandadas por el Teniente General Juan de Dios Mena Barreto.

Es de notar que las caballerías, unas y otras, estaban perfectamente bien montadas y combatieron desde las 6 de la mañana hasta las 4 de la tarde, sin que hubiese podido notar una dispersión por ninguno, por cuanto combatieron en un terreno escaso, lo que obligaba á los combatientes á irse á las manos con las espadas y las lanzas á cada momento.

El General Rivera mandaba las fuerzas orientales en la reñida batalla del Arroyo Grande en 1819 .  El jefe portugués, el General Bentos Manuel. En este año el General Rivera mandó las tropas del país en el reñido encuentro de Sánchez. El General portugués con las de Saldaña mandaba la columna enemiga que se componía de 4,000 de caballería y 900 de infantería; suceso aquél que fué memorable para los orientales.

El General Rivera mandó en persona la batalla del Batoví. El jefe enemigo, Francisco Barreto P. Pintos, perdió una columna de 1,700 hombres que. mandaba.

El General Rivera mandó en persona las fuerzas orientales que derrotaron al Comandante Antonio Bueno, en el Guazunambí, Departamento del Cerro Largo, habiendo muerto en la batalla el mismo Comandante Bueno que va mencionado.

El General Rivera mandó en jefe la batalla célebre del Rincón de las Gallinas contra los jefes José Luis Barreto,  muerto en esa misma jornada, y José Gómez Jardín.

El General Rivera mandaba en persona las tropas orientales en la retirada del Águila, suceso muy notable.

El General Rivera mandó los orientales en los encuentros sobre Mercedes contra, la columna de Abreu, en los cuales perdió prisioneros aquel General imperial tres hijos que fueron devueltos á su padre por el General Rivera, y á un Comandante José Rodríguez y á más otros varios oficiales.

El General Rivera era el segundo del General Lavalleja en la batalla del Sarandí contra las tropas imperiales.

El General Rivera mandó en persona á los orientales en los sucesos de Misiones. El paso del Gran Ibicuy y el encuentro de Birayas fueron de gran importancia.

El General Rivera mandó en persona en las operaciones que tuvieron lugar en la invasión do Echagüe al Estado Oriental, con un ejército de 7,000 hombres.

El General Rivera mandó en persona la célebre batalla de Cagancha.

 El General Rivera mandó las fuerzas orientales en las operaciones de Entre - Ríos; persiguió y destruyó al General Urquiza, haciéndole abandonar el país por las islas del Paraná.

El General Rivera mandó en persona el encuentro de las Raíces contra 3,000 hombres que mandaba Urquiza.

 El General Rivera mandó en persona la batalla del Arroyo Grande en Entre - Ríos, que logró ganar Manuel Oribe.

El General Rivera mandó la difícil operación, con las fuerzas orientales, de la salida de Montevideo, cuando Oribe le había tomado las alturas de Toledo y Canelón Chico con 11,000 hombres, y el General Rivera sólo tenía 4,000 y embarazado con más de 400 carretas de familias, inmensas caballadas á arrear y demás materiales del ejército que tenían que guardar en un circuito no menos de una legua.

El General Rivera mandó en persona en el Rincón de Albano, cuando Manuel Oribe y Urquiza, con más de 9,000 hombres los circulaban por todas partes.

El General Rivera mandó en persona los encuentros del Cerro Chato y Paso de Polanco, en el Río Negro, contra las fuerzas al mando de Urquiza.

 El General Rivera mandó en persona los encuentros de Chavaba y Arroyo del Medio.

El General Rivera mandó en persona la batalla de la Carpintería; asimismo la de Quebrado, cuando derrotó á Manuel Lavalleja. Mandó la operación de Paysandú contra este mismo Manuel Lavalleja, á quien tomó prisionero y lo largó al día siguiente.

 El General Rivera mandó la batalla de Yucutujá. También mandó la batalla del Durazno. En este mismo punto mandó en persona la batalla contra Arellano, en 1836 .  Mandó la batalla del Palmar.

El General Rivera mandó en persona el encuentro de Malbajar, contra el ejército de Urquiza. Mandó el General Rivera el encuentro de las Puntas del Cordobés, contra las fuerzas de Urquiza.

El General Rivera mandó en persona las tropas que por dos veces operaron sobre el Cerro-Largo, al que puso en sitio y logró no pocas ventajas sobre las tropas sitiadas.

El General Rivera mandó en jefe en la batalla de la India Muerta, en 1845 ".

 

Victor Arreguine, “Narraciones Nacionales”, “Artigas y Rivera”.

martes, 4 de mayo de 2021

RIVERA: CARTA A JULIÁN DE GREGORIO ESPINOSA

 

 

     En 1826 Fructuoso Rivera se traslada a Buenos Aires con el fin de responder, ante el gobierno de aquella capital, sobre su conducta. El Presidente Bernardino Rivadavia da órdenes para prenderle bajo acusación de alta traición, lo que lleva al caudillo a ponerse a buen recaudo. Aprovecha para escribirle una larga carta de puño y letra a su entrañable amigo y confidente, Julián de Gregorio Espinosa, en donde expone, a vuela pluma, su trayectoria al servicio de la revolución desde el lejano 1811. Espinosa era oriundo de Buenos Aires donde había nacido en 1777. Su padre, de idéntico nombre al suyo, fue administrador de los pueblos de Misiones, y su madre, María Florencia Belgrano, era hermana del general Manuel Belgrano. Espinosa, que poseía campos en la jurisdicción de Soriano, participó del movimiento emancipador de 1811, y conoció a Rivera en 1817. En 1820 participó como mediador entre el Cabildo "aportuguesado" de Montevideo y Rivera, que culminó en el convenio llamado de "Tres Árboles" el 2 de marzo de aquel año. Espinosa murió en 1834, privando al amigo de su consejo. La carta se conoció gracias al historiador Juan Pivel Devoto, que la halló en la Biblioteca Nacional de Montevideo.


Fructuoso Rivera a Julián de Gregorio Espinosa, al justificar su conducta contra las acusaciones de que es objeto, relata los servicios prestados a la causa de la revolución.

(Arrabales de Buenos Aires, setiembre 19 de 1826



                           Mi estimado amigo.

 "Un inesperado acontecimiento me obligó a separarme de esa capital de un modo privado: por esta razón no tuve el placer de despedirme de V. y de su amable familia, á quien siempre respetaré. V. sin duda habrá sido informado del acontecimiento del 14 de setiembre, en el cual el Presidente de la República dicto un decretaso y lo dirigió al Inspector para que me aprendiese, y me pusiese a disposición de la Policía: yo le confieso amigo que hubiese sido víctima de la confianza que me inspiraba la sanidad de mi corazón; pero un pueblo que sabe respetar la inocencia, y tal vez mas interesado que yo mismo en mi conservación parecía que a porfía se disputaba a quien primero me salvase: yo creí broma, pero cuando se apoderaron de mi ayudante y le pusieron en una mazmorra, no me quedó entonces que dudar, y me puse en aquella misma noche a salvo. Todo esto es poco, amigo querido, para lo que sucedió en el día siguiente 15 del mismo mes que empezaron mis persecuciones: no por cierto que no lo olvidaré jamás. Asómbrese V. el Presidente pone otro decretaso (que no he visto) lo hace firmar con el General Soler, y, según estoy informado, entre otras cosas dice así: que se\ presente el General Rivera en el perentorio término de veinte y cuatro horas a responder en un juicio público a un crimen.de alta traición. Le aseguro a Vd. amigo que sino hubiesen sido mis reflexiones tan fundadas, estuve para regresar, y presentarme al tribunal que había de juzgarme, pero como las leyes están infrigidas tantas veces por el Gobierno, que ilegalmente rige la presente administración, temí, amigo, el esponerme a correr la suerte que tuvo el desgraciado Ubeda Oriental en el 15 así como otras mas victimas inmoladas a la venganza de nuestros magistrados: esto, y la suplica de mis amigos me hicieron seguir mi marcha sin destino: por que como V. vé ¿Adonde voy yo, acusado por el Gobierno, de que dependía, de crimen de alta traición? Todo el mundo me perseguirá, y con justicia; si así fuese merecería la execración pública. Pero mi amigo, yo estoy abismado por las acusaciones de alta traición a un paso del juicio, y no puedo creer que por tal criminal se me tenga, a menos que sea crimen de alta traición el haber peleado con los españoles desde el año 10, y haber sido yo uno de los primeros Orientales con los que se contó para la insurrección de aquella Provincia contra los tiranos Españoles que oprimían estos países.

 

Evocación de la "admirable alarma" de l811

                    

     Tal vez sea un crimen el haber consu
mido en esa guerra una fortuna grandiosa que habían adquirido mis padres con el sudor de su rostro y la ayuda de mi brazo, y el de mis hermanos. Pudiera ser tan bien un crimen el haber visto padecer en los más crueles calabozos de Montevideo cargado de grillos, procesado sentencia por tres veces a morir en la horca por   traidor el y sus hijos a la corona de su S.M.C. a un padre en una edad de más de setenta años, y que la rendición de Montevideo por las tropas que mandaba el General Alvear, le facilitó la libertad que no disfrutaba (hacía) tres años. Habrá sido un crimen haberme dejado correr con la voluntad del país, que me vio nacer, en las desgraciadas revoluciones, y guerra civil del año 15, en que era, yo un oficial subalterno a las ordenes de D. José Artigas, y que entonces hice yo lo que hicieron los demás Orientales habiendo observado una conducta que no olvidaran jamás D. Francisco Celis, actualmente empleado por el Gobierno, ni D. Modesto Sanchez también comisario de los que me perseguían la noche del 14, y otros infinitos que fueron prisioneros en aquella época? Dígalo el mismo Alvear a quien devolví su equipage, y con él una porción abultada de onzas de oro y sus conductores. Pudiera ser un crimen de alta traición el haberme batido incesantemente desde el año 16 contra los Portugueses, y sostener cinco años una guerra superior a nuestros esfuerzos, Y. en este tiempo pisar muchas veces la sangre de los tiranos injustos invasores, perder un hermano, ver derramar la sangre de otro, y verlo sufrir una prisión de tres años, así como innumerables de mis mejores amigos, unos muertos en los campos de batalla, otros prisioneros sufriendo toda clase de martirios, así mismo ver con frente serena robar por tres veces a mi cara esposa, verla fugar a los montes a pie, llena de espanto, por no caer presa en mano de los enemigos, que no se paraban en medíos para hacernos sentir todo el furor de su tiranismo y opresión atropellando los derechos mas sagrados de la guerra sin mirar la respetabilidad del  bello sexo: Es verdad que a mi esposa no le seria estraño el ser presa y conducida a la Ciudadela de Montevideo, como lo fueron por los Portugueses las dignas señoras de don Jose Llupes, la del coronel Don Julián Laguna, la del comandante don Juan José Florencio, la del Capitán don Lorenzo Medina y la del Ciudadano José Antonio Ramirez y mi señora escapó en esta reñida jornada en ancas del Gobernador  Suarez su compadre y buen amigo, que la ocultó en los montes como un criminal. Cito esto amigo porque lo creo del caso, y porque he dicho que a mi Señora no le seria estraña una prisión, por que en el año 15 ya lo había sido y conducida con una escolta al Fuerte de Montevideo, y de allí depositada dos meses en casa de las Señoras Navias.

 

La resistencia a la invasión lusitana

     ¿Podrá ser, mi amigo, crimen de alta traición el haber sucumbido al fuerte poder de los Portugueses, que nos esclavizaron cinco años y en este tiempo haber sufrido todos los martirios· que proporciona un tirano que triunfa; haber luchado contra la esperteza y vigilancia de los dominantes, sacar partido de nuestra misma esclavitud para en tiempo oportuno darle al pais su libertad que había perdido, y con ella mucha sangre vertida y arruinada casi a los bordes una riqueza incomparable?· ¿Podrá ser un crimen el haber tomado parte con los americanos brasileros contra los Portugueses, hacer que se dividieran, y ser yo la principal parte en que se rompiesen las hostilidades sobre la línea de Montevideo, influyendo en cuanto me fue posible pará que se engendrase entre ambos partidos un odio implacable que subsiste? .

Mi conducta en 1823

     ¿Podrá ser un crimen el no haber tomado parte en los pasos que dio el Cabildo de Montevideo asociado con el General Portugues D. Alvaro en el año 23? Para mi eso era complicado: el país no estaba conforme en lo general por que mis paisanos no querían sino patria neta, a mas, yo veía para mi, que no era oportuno en circunstancias que el Brasil estaba todo en fuego, por una causa que la generalidad estaba empeñada, que nuestro pais estaba en suma desgracia, que estaba sin brazos porque la flor de sus habitantes guerreros había perecido en la guerra contra los Portugueses, y en la anarquía, que ultimamente no había un solo capitalista que pudiese contribuir con mil pesos al empeño que nos propusiesemos; que entonces las Provincias se devoraban en la guerra civil, y más que todo, que entonces nadie tomaba parte con los Orientales, para la grande empresa de libertar al país, por que nadie podía dar entonces lo que no tenia para si, y darlo a correr el eminente riesgo de perderlo todo era a mi ver, imprudencia. Yo  tocaba entonces las cosas de cerca, veía que el Brasil por esta parte realizaría su libertad y que los Continentales, así que los Portugueses desaparecieran debían retirarse a su país para disfrutar de nuestras haciendas de que nos habían despojado, y entonces era el tiempo, porque hace diferencia el hombre guerrero pobre cuando llega a un estado de riqueza; no le gusta hacerse matar por que le digan que es valiente.


La revolución de "los patrias" en 1825. El plan de Rivadavia: retroceso al año 1813.

     Puede ser, mi caro amigo, que haya sido crimen de alta traición que a la pasada del General Lavalleja a la Banda Oriental en el año 25 yo me aviniese con él pusiesemos en planta un plan en que habíamos convenido mucho antes del desenrrollo del Brasil y ·que no había tenido efecto por acasos que suceden; pero yo le había seguido y esperaba una oportunidad. ¿Puede ser un crimen de alta traición la parte que en consorcio de aquel heroe tomé desde el da que nos dimos la mano en la barra de Monzón en el Arroyo Grande hasta la batalla del Sarandí que el mandara? ¿Puede ser también un crimen de alta traición en haber contribuido a la incorporación de la Provincia a la masa de las demás y que entrase a formar la liga que forman la nación Argentina, en circunstancias que no todos los animos estaban dispuestos, que la mayor parte de las Provincias formaban sus recelos, y hoy disidencia? En esto no he tenido parte, pero si la he tenido en haber mandado las tropas de la Provincia por disposición de mi General en el día en que se enarbolo el pabellón Nacional por la primera vez, haberlas proclamado de un modo influyente y propio del deseo de que era animado. Puede haber sido un crimen el haber admitido el despacho de Brigadier General de la Nación Argentina de igual modo que lo fue el señor Gobernador Lavalleja en razón de nuestros relevantes servicios prestados a la causa publica uniendonos los elogios con que nos honra el Presidente de la República al condecoramos, que dice se lisongea de tener unos súbditos tan dig-nos por su patriotismo y aptitudes. Documentos que conservaré siempre para hacer a mi corazón menos afligente, o mortificante el estado en que me hallo, perseguido por crimen de alta traición. ¿Puede también ser un crimen el que luego que la Provincia pertenecía a la Nación, y yo como he dicho pertenecía como oficial General al Gobierno de la República, pidiese a mi Gobernador y Capitan General de la Provincia el pasar a la disposición del General en Gefe D. Martín Rodríguez que se hallaba ya en la margen derecha del Uruguay? Mi solicitud me fue otorgada en 3 de Enero del presente año, me reuní al/ ejercito que ocupaba el Daiman; mi solicitud al General en Gefe a mi llegada fue que me concediese el permiso para dirigirme al Gobierno en solicitud de mi absoluta separación del servicio de las armas a que no podía continuar en razón de hallarse mi salud enteramente quebrantada por una campaña de 16 años continuos, y con una enfermedad habitual de mas de 12,.y sin embargo que la Nación de quien dependía estaba empeñada en una guerra; que a esta estaba dado el primer paso, y mi persona y cortos conocimientos los consideraba innecesarios para abrir la campaña mas no se cumplió mi deseo: el General en Gefe me dijo que nunca era yo mas preciso, que la Nación esperaba redoblase mis empeños para la presente guerra en que iba a decidirse la suerte del país, que era preciso que yo me convenciera de esto, y que esperaba lo acompañase: me hizo ver por último que carecía de mis conocimientos prácticos en la campaña. Yo vi el estado del ejército, y que todo el no era más que obra del momento: no había Gefes de Graduación porque todo era nuevo, y por lo mismo no dejé de conocer que podría ser útil al país, y desempeñar a aquel General que me ofreció su amistad. Así mi amigo del alma y por ella como me veo. En este tiempo mismo el General enemigo Bentos Manuel ocupaba las Cañas con una división de novecientos hombres de Caballería, sin duda para obrar sobre el Ejército que constaba entonces de poco más de mil hombres de caballería, por que la infantería que no excedería de setecientos hombres había quedado en el molino de la otra parte del Uruguay. Como todo se estaba formando todavía no se había formado la moral en el Soldado, y el ejercito sufría una horrorosa deserción; se iban con armas hasta de a veinte juntos, sin· embargo de ser perfectamente bien pagos y bien asistidos de modo que esta circunstancia anunciaba en caso de un encuentro un inevitable contraste. De todo esto que es muy largo mi amigo podrán instruir a V. un Coronel D. Manuel Rojas entonces Gefe de Estado Mayor del mismo Ejercito, el Coronel Ortiguera, e infinitos de los que allí se hallasen, y me consta subsisten hoy en esa Capital. Todo lo espuesto me obligó a acceder a las insinuaciones del General. Rodríguez quien se encargó de dar cuenta al Gobierno de mi arribo al Ejercito, y en seguida se me dio destino de General de divición en el mismo ejercito donde he servido como consta todo el país desde Enero hasta 15 de Julio que me separé del Durazno para trasladarme a esta Capital.

En el "Ejército Nacional" comandado por Martín Rodríguez

     ¿Puede ser un crimen que desde que me incorporé al Ejercito en Enero yo no he sido sino un ciego obedecedor de las órdenes de mi General? Prueba de ello es, que a los cinco días el General en Gefe se separó del Ejercito para ir a recorrer los ·puestos avanzados de la Colonia Montevideo, y Cerro Largo, de lo que desistió y regresó a Paysandú, yo quede con el ejercito a mi pesar, por· que en primer lugar no conocía los Gefes, la tropa estaba a mi ver disgustada, y una prueba de esto es que una noche antes de separarme del General en Gefe, se desertaron diez y seis hombres con sus armas; pero yo tuve suerte: S. E. faltó veinte días del Ejercito, yo lo conduje al campo de San José con todos sus bagajes, caballadas. Y solo se notó la deserción de un correntino en todo ese tiempo: puede también lo dicho ser crimen y serlo también que a mi llegada a San José ya encontrase algunos dragones orientales que por el cariño con que siempre han distinguido mi persona; se habían ido a seguirme. Y o preveía este mal que podía enzelarme con el Gobernador de la Provincia, y por lo mismo eran mis instancias por alejarme y separarme de toda responsabilidad; los presenté al General en Gefe, y S. E. me ordenó los conservase en mi compañía; los demás noticiosos de la acojida de los primeros se venían de 20 y de a 30, y antes de un mes habían más de 200 dragones hasta oficiales: este también será un crimen de alta traición que resulta contra mí.

 La reacción orientalista de 1826

      También lo será que en la noche de 2 de Julio me llamó el General Rodríguez, y me hizo saber que había llegado el Teniente Coronel D . Paulino Rojas, y que por el tenia ordenes del Gobierno para marchar a poner su Cuartel general en el Durazno a consequencia que el Gobernador Lavalleja no estaba conforme con las medidas nacionales, y que era necesario hacerlo entrar por sus deberes, o perseguirlo por anarquista, que para evitar el  que hubiese que batirlo sería conveniente el despojarlo de toda fuerza disponible con que él pudiera contar. Y o no trepidé en ofrecerle mi valer para con la tropa, y fuí en aquel mismo instante victima de su temeridad; por que en el momento hice saliese para el Durazno el vecino Romualdo Ledesma, y como este se demorase mandé una ordenanza para que el cuerpo viniese a mi presencia como sucedió: Veníamos en marcha por las puntas del Arroyo malo, y la mañana del 6 nos encontró un Sargento con 6 hombres que conducía el parte de la marcha del regimiento. S. E. a la presencia de todos los Gefes del Ejercito me mandó que fuese inmediatamente a ponerme a la cabeza de ellos y que los reuniese al Ejercito, como lo verifique en el Arroyo Grande donde fue el Gefe del Estado Mayor D. Benito Martinez y les proclamé a nombre del mismo General ofreciendoles todas las seguridades que deseasen, y que el General en Gefe haría presente al Gobierno la buena disposición que manifestaban a la causa nacional, y por el incomparable orden que habían guardado. Seguimos al Durazno y llegamos el 13, el 14 dio S. E. orden para que a las 10 de aquel día el Regimiento tuviese formado en parada: se verificó y a esta hora mandó al incomparable y malísimo cojo D. Juan Zufriategui para que le mandase 100 Dragones escogidos, lo hizo así el Ayudante D.Jose Augusto (Pozolo), y el mismo General en Gefe hizo de ellos una distribución en los varios cuerpos del Ejercito, recogiendoles a los primeros las tercerolas que depositó en su carretilla dejándoles solo el sable, ofreciendo hacer con el resto otro tanto como lo hizo el día siguiente. Yo entonces a mi ver en obsequio de la Patria hice al General las reflexiones siguientes. Mi General la medida que V. E. acaba de tomar con el regimiento de Dragones no la creo oportuna, puede traer disgustos. de gran consideración: esta tropa siempre unida en el decurso de 16 años forma un espíritu de cuerpo tal, que casi son inseparables cuya prueba nada equivoca la acaban de dar para incorporarse al Ejercito. Si se quiere nacionalizar el regimiento como es muy justo, bastará ponerle el número tal, y todos serán conformes: este regimiento es interesante conservarlo en la presente guerra, tiene regular orden, sus soldados son bravos, saben sufrir la hambre la intemperie, y todo cuanto es necesario a un guerrero, los enemigos los respetan y por esto ellos están engreídos, y podrán dar hoy o mañana una batalla que nos corone de laureles, sus oficiales y Gefes son excelentes a quienes ellos han abandonado por cumplir las órdenes de V. E. muchos de los primeros han sido soldados del mismo cuerpo, y los segundos escepto el Coronel losEjercito que está a organizarse. Ultimamente, mi General, esta tropa va a dispersarse indudablemente; unos se convertirán en facinerosos, otros se refugiaran a los enemigos, el pueblo dudará de la buena fe con que se procede por el Gobierno y esto vendrá a ser un caos de males.

El Gobernador Lavalleja y los "Dragones orientales" en defensa de la tradición autonomista.

Asimismo mi General, vea V. E. el compromiso en que me ha puesto contra el Gobernador Lavalleja, quien como V. E. y el Gobierno dicen está discorde en la marcha del orden: quedo en el mismo compromiso para con los oficiales del cuerpo: Yo he sido una víctima de las medidas de V. E. y del Gobierno, y ahora me quiere V.E. comprometer de un modo cruel con la plebe, para que sirva de pasto a sus resentimientos, y venganzas: sobre todo si el General Lavalleja no está conforme, esto es proporcionarle materiales para sus opuestas miras; disgustando esta tropa la plebe toda del país se alarmará contra nosotros, y con ella lo general del país de quien tenemos que valernos para que nos presten sus recursos para llevar la guerra que tenemos empeñada - Y mi General me contestó - Yo no he de hacer lo que quieran los soldados: yo no soy General como Vds - Yo le repetí - Mi General mire V. E. que este país se pierde, que la guerra va ha paralizarse que los enemigos se reforzaran, y todos serán momentos de amarguras. No señor, yo no capitulo con nadie, y si acabó; el arreglo se ha de hacer pésele a quien le pese he de fusilar la mitad de ellos. A esta contestación le hablé con la crianza que acostumbro pidiendole permiso para retirarme a la capital con el objeto que había solicitado meses antes, me lo concedió; y partí al día siguiente. ¿Por esto será sin duda que se me acrimina de crimen de alta traición? ¿será por que mi hermano, y los demás que han sufrido y visto sufrir una tal degradación a sus compañeros de tantos trabajos, y de días de gloria se hayan puesto en disidencia, y hagan resistencia a incorporarse al ejército, que me aclamen de que vaya a dirigirlos en la presente guerra o será en mi un crimen de alta traición el que mi hermano me haya escrito y mis demás amigos estendiendose a cosas más grandes que el motivo que esponen para la disidencia en que estaré?

Alvear Lecor y la Princesa María de la Gloria

     Quiero amigo que así sea, que esté de acuerdo con mi hermano, y los demás, que les aconseje que no reconozcan ninguna autoridad que no sea legítima de su país natal, que les ha considerado y que les ha conservado con respeto sus glorias conseguidas con mucho trabajo, ¿por esto soy traidor?, ¿y como no aparece como traidor Alvear que se complotó con el general Lecor, recibió de él dinero, armas y municiones, trajo la guerra de desolación y espanto contra el mismo pueblo de Buenos Ayres, que se complotó con los barbaros que hasta ahora oprimen cruelmente a la campaña de esta capital? Nada estraño seria que yo estuviese conforme con lo que de- sean mis paisanos, y mis amigos, y con ellos un hermano a quien idolatro sobre mi corazón: esto está amigo en la masa de la sangre; o quiere el Presidente que yo me transforme en un monstruo, y sea un puñal de mis  hermanos de mis amigos y compañeros. Ultimamente, mi amigo, yo no se lo que haya hecho para que se me declare criminal de alta traición, y se me persiga de un modo tan cruel; es muy regular que para tales decretasos del Presidente tenga en su poder los justificativos. de mi crimen con los Portugueses; pero a mi ver esto no podrá ser porque no habían de ser tan rudos que me quisiesen hacer aparecer como traidor convenido con los Portugueses con quienes hize servicio ¿podré yo hacer que sean indemnizados de la perdida de más de cinco mil guerreros, y más de diez millones de pesos que llevan gastados desde el desenrollo de la Provincia? Quiero amigo, que el tirano del Brasil, me alagase por estar con sus intereses, que me ofreciese a la Princesa María da Gloria su hija para mi mujer? ¿sería yo tan indiscreto que pasase por sus ofertas aunque me las cumpliese? Cuando en el mejor estado que yo me hallase, en el caso terrible que yo tuviese que pedirle protección ¿podría borrarse en el corazón de un padre que haya perdido su hijo en las batallas del año 25, al hermano su hermano, al pariente, al amigo, y todo lo más caro del corazón de los hombres? Me aterro mi amigo en solo pensarlo que haría de mi un pueblo que me culpa de todos los acontecimientos desgraciados que han tenido en la guerra, como me verá V. aparecer en todos sus papeles públicos en que se me declara traidor, y se me pone como un monstruo de la perfidia, y se me maldice hasta con las expresiones más denigrantes que, puede vertir un plebeyo,

Rivera en Setiembre de 1826 · Incertidumbre sobre su destino. La imaginación del caudillo.

     Aquí me tiene V. amigo en el más bonito estado que podía verme: perseguido por los Portugueses como mis mayores enemigos de mi corazón, perseguido por el Gobierno de la República como delincuente de alta traición ¿a donde iré que encuentre ausilio? El Gobierno que he sostenido, y pensaba sostener de la mejor buena fe me persigue, y me declara traidor a imitación· del infame Pedro primero. Si me voy a los barbaros tendré que venir con ellos en sus incursiones sobre un pueblo de quien he recibido las mejores pruebas de gratitud que nunca olvidaré: si me voy donde está Bolívar, el Presidente me ha dicho que es un tirano que ambiciona sobre estos países; y si es asi ¿como he de ir? Yo no gusto servir a miras particulares: Si me voy a donde está el Gobernador Bustos o el de Santa Fé el Presidente tendrá entonces que añadir un renglón mas al mensagero poniendome como anarquista: Si voy al Entre Ríos sucederá otro tanto; si voy al Paraguay, Francia que sabe que me gusta pelear, y que se practicamente mandar soldados me ahorca al momento de mi llegada. Si voy a la Banda Oriental tendré que reunirme a los dicidentes, este es un mal. Si me presento a Alvear para que me lleve a. la guerra como un soldado, éste no me creerá de buena fe, y le puede dar ganas de enredarse de palabras con  mi pescuezo y colgarme. Hay me tiene V. amigo, que se no para donde la he de tomar; pero en este momento se me ocurre, me voy a buscar a Brown, voy a ser - marino quiero mudar de arma, y de " elemento, a ver, si así no tengo quien me persiga: alli solo con los marineros no tendré opinión, y esto creo no lo disgustara a S. E. sino alcanzo a Brown, no habrá remedio amigo, tendré que transformarme en un caudillo tal cual un Carreras para repeler las persecusiones con que me persigue el presidente. Ya yo no tengo Patria por que me la ha hecho dejar su Excelencia con ~sus decretos y en ella una Esposa, una anciana madre, y hermanitas llenas de amarguras: los pocos bienes que tenia es muy regular que como criminal de lesa Patria se me despoje de ellos, ya me tiene que tengo que hacerme un facineroso. En este estado mi amigo me tiene V. porque así lo quiere el Gobierno que me trajo a su servicio para perseguirme. A Dios mi amigo hasta que mi suerte quiera que vuelva a ver a V. y le agradesca sus distinciones con que me ha distinguido.

Fructuoso Rivera Sepbre. 19 de 1826"

lunes, 3 de mayo de 2021

URUGUAY: MÁS GARRA GUARANÍ QUE CHARRÚA

                                
  Entrevista al profesor OSCAR PADRÓN FAVRE(*)


-¿Que nuevos planteos impone, hoy, el tema indígena en el Uruguay?


 -Los estudios se realizaban, hasta hace un tiempo,  sobre un período fuertemente cerrado: desde la llegada de Solís, en 1516, hasta "la solución final" (con la liquidación de los últimos grupos) en 1831. Los aportes de la arqueología, muy ricos en las recientes décadas, hacen arrancar ese estudio once mil años antes de nuestra era. En un principio se llegaba a esta fecha a partir de ciertas especulaciones razonables pero ahora, con el auxilio del radiocarbono, se ha podido certificar la 

existencia de comunidades indígenas "uruguayas", en momentos en que impera la prehistoria.

-Estas nuevas conclusiones, para algún sector de uruguayos, puede ser una novedad total

 -Es posible. Las comprobaciones obtenidas sobre la base del radiocarbono tienen un mayor rigor científico y quedan virtualmente fuera de discusión. Pero esas conclusiones no se refieren solamente a la presencia física, humana, de nuestros indígenas. En Rocha, sobre todo, se han hallado vestigios de construcciones -bastante grandes y variadas- que traducen claramente la existencia de un entramado social complejo.

  -Se nos ha enseñado que el indio ha hecho aportes a la sociedad que se forma a partir de la colonización española.

 -El componente indígena en el cuadro social, como expresión integrada de individuos y expresiones sociales, es mínimo. En realidad, el indio estuvo siempre afuera de nuestro proceso social. Decir que el componente indígena de nuestra historia nos convierte poco menos que en descendientes de los indios -básicamente de los charrúas- es hacer un ejercicio de espiritismo que poco tiene que ver con las realidades históricas.

 -¿Donde está, entonces, nuestra base indígena más posible?. ¿Quienes son nuestros antepasados indios?.

 -Los guaraníes. La familia guaraní dominaba la región en la que se extendía la que hoy es nuestro país. La misión guaranítica, forma de organización social más evolucionada que los grupos cazadores, es el puente entre la selva y la sociedad criolla que crece. Esa sociedad va absorbiendo albañiles, pintores, trabajadores sueltos, peones, capataces y soldados: todos elles son guaraníes o individuos de inequívoca sangre guaraní, que vierten su aporte al "inmigrar" al sur y pasar a integrar el sector propiamente "popular" de las poblaciones.

                                                                                                                                                              ¿En que porcentaje el indio guaraní pasa a formar el ejército?.

 -Es un aporte masivo. Pero no podemos decir que el ejército uruguayo sea solo guaraní. El guaraní es un componente del mestizaje de nuestro ejército. Lo más correcto es decir que se trata de un ejército mestizo. Mestizo y popular.

 -Usted no habla solo del ejército artiguista.

 -Claro que no. Hablo del ejército uruguayo de todas las épocas.

 -Correcto. ¿Que papel juega frente a esta reafirmación del indígena, el aluvión europeo?. En otras palabras: ¿somos o no un pueblo formado por españoles e italianos?.

 -La participación europea no se puede desconocer, por supuesto.. Pero la idea de que Uruguay es elproducto casi exclusivo de ese aluvión europeo, del "esfuerzo inmigrante", y del "sacrificio de sus trabajadores" fue perfeccionada por un conjunto de escritores. Hubo una inmigración, tan fuerte como casi desconocida, que registró el paso de los indios y chinas misioneras desde el sur paraguayo y el norte y litoral argentinos, hacia la Banda. Los libros parroquiales y los testimonios verbales de viejos pobladores son una fuente preciosa para apreciar la magnitud de esa corriente.

 -Entonces, lo de la "garra charrúa" es una mistificación o, simplemente, el homenaje a un pueblo que, según usted señala, no contaba con más de trescientos individuos en los dos últimos siglos y en ningún caso fueron más de dos o tres mil.

 -Puede ser más apropiado hablar de garra guaraní: no podemos sorprendernos que los actuales paraguayos sean tan combativos.

 -Volviendo a los europeos: no podemos reducir su función a la de simples elementos de fuerza de trabajo.

 -No, claro. Esos inmigrantes venían solteros y buscaban, de inmediato, mujer. Una combinación frecuente es la del "gringo" con la "china", generalmente misionera. Con el tiempo la sociedad se va blanqueando -por decirlo así- pero hay una fuerte base mestiza cuyos perfiles se ven, en amplia medida, en vastas zonas del Uruguay del interior. En la costa se aprecia menos, pero también existe. El Uruguay es mestizo en raza, pero también en muchos de nuestros hábitos y creencias.


"SI NO ERA RIVERA, LOS IBA A LIQUIDAR OTRO"

Oscar Padrón no se resigna a atribuir a Fructuoso Rivera -debilidad excluyente de la izquierda vernácula- la responsabilidad  exclusiva de la liquidación de los indios que no aceptaban las nuevas reglas del juego. Vuelve atrás en el tiempo y evoca al caudillo compatriota a su retorno de las Misiones. La paz le acaba de borrar con el codo su conquista y ocho mil indios, habitantes de esa zona, vienen con él para evitar posibles represalias. Son indios y mestizos que, cuando Rivera sea Presidente, van a formar el ejército del Estado y, en tal situación, van a dar muerte sin pestañear a los charrúas que no quieren caer de rodillas y han de sufrir, por lo tanto, el inflexible fin de los pueblos cazadores

  Una sociedad que se solidifica, que se expande al diapasón de la estancia -unidad sedentaria- y de la actividad productiva de mercado, no tolera a los nómades, que para subsistir hoy "mañana se verá", deben ir de un lado a otro en busca de sus presas. Esa búsqueda, para los hombres y mujeres de la nueva sociedad, es la de simples depredadores.

  Todos se quejan de esa devastación: el hacendado rico, el mediano productor, el funcionario de la ciudad y hasta el campesino pobre que en un extremo perdido del campo, con su mujer y sus hijos, debe soportar el robo de su único caballo. Es el clamor de todos y así lo entiende el gobierno de Rivera, presionado hasta el límite, por esa sociedad en expansión, para terminar con el problema. Por eso -opina Padrón, si no era Rivera el que los ponía en vereda, hubiera sido otro cualquiera: el tema se le había ido de las manos y pertenecía a la sociedad en su conjunto. Se dice que Artigas, sin embargo, los trató muy bien "Pero una cosa era la relación del caudillo con el indio -muy necesario en tiempos de guerra- y otra, de pronto, la que se hubiera dado con Artigas Presidente, empujado por el mismo juego de intereses".

  Entrevista realizada el 28 de junio de 1992 en "El Diario".

   (*) Oscar Padrón Favre es licenciado en Ciencias históricas, investigador y docente. Publicó, entre otros libros, "Sangre indígena en el Uruguay", "Ocaso de un pueblo indio",  "Los charrúa -minuanes en su etapa final", "Historia del Durazno" y "Misiones jesuíticas: la palabra de los protagonistas", así como numerosos artículos en publicaciones nacionales y regionales.