El 3 de octubre de 1998 fallecía el Dr. Hugo Batalla. Representante Nacional y Senador durante varias legislaturas, defensor tenaz de los derechos fundamentales del hombre, batllista de todas las horas, la muerte lo sorprendía en el ejercicio de la vicepresidencia de la República, cargo al que había accedido integrando la fórmula ganadora del Partido Colorado en las elecciones de 1994 junto al Dr. Julio María Sanguinetti. A modo de humilde homenaje a su figura, reproducimos algunos fragmentos del discurso que pronunciara precisamente el entonces presidente Sanguinetti, ante sus restos mortales en el cementerio central.
“Se nos va, quizás en profundidad y sentimiento, el más uruguayo de todos los uruguayos. (…) Nació pobre en el seno de una familia de inmigrantes italianos, vivió pobre y alegre y murió también alegre y pobre, y esto debe decirse cuando tantas veces se vitupera al oficio de político. No porque ser pobre sea una virtud, sino como testimonio de una vida que ha estado treinta años en el poder. (…)
Lo movía una permanente inquietud. Buscaba siempre el cambio. Sin embargo, ello no era señal de inconformismo, sino por lo contrario, la expresión optimista de un país al cual entrañablemente quería, del cual se sentía hijo dilecto, al cual le agradecía y le reconocía todo aquello que le había dado, que lo acompasaba siempre con esa actitud de permanente cambio, de búsqueda, que lo animó a lo largo de toda su existencia.
Por eso en la vida política –y hoy lo comenzamos recién a mirar en perspectiva- podemos decir que fue un constante innovador. Nunca aceptó el convencionalismo, nunca lo ataron las reglas triviales de la vida política, nunca se dejó llevar ni por el grito airado ni por el aplauso fácil, y así siempre estuvo en una corriente que era innovación, que era cambio, que era novedad. Así lo fue en los viejos tiempos de la antigua 15 de Luis Batlle, en la cual nos formamos los de nuestra generación. Así lo fue cuando dentro del Partido Colorado fundan la 99, así lo es cuando da el paso de poner ese conglomerado batllista en la estructura naciente del Frente Amplio, así es cuando logramos hacer un nuevo acuerdo político y una propuesta de cambio político que sintetizamos en aquella fórmula que hicimos juntos y en la cual puso todo su cariño, todo su empeño y toda su convicción. (…)
Siempre asumió actitudes que por ello aparecieron envueltas en la polémica, muchas veces incomprendidas, y para muchos de sus compañeros, incomprensibles. El tiempo, sin embargo, muestra una línea vertical y permanente. Siempre el cambio, siempre la inquietud de la novedad y siempre la búsqueda de instrumentos para luchar con un profundo compromiso social por los que más necesitan. (…) Lo veíamos en los Consejos de Ministros siempre procurando poner el toque humano, la búsqueda humanista, consciente sin embargo de lo que eran las responsabilidades de un gobierno y los tiempos que vivíamos. (…) Cada vez que nos tocaba alejarnos del país, sentíamos de que modo vivía el compromiso de ejercer la presidencia; del mismo modo que el día que nos devolvía el mando, la tranquilidad y satisfacción de haberlo podido cumplir. Y se encaminaba al Poder Legislativo que era su medio natural y en el cual él vivía, en ese bullente desorden propio de los Parlamentos. Hugo fue parte entrañable del Uruguay, de aquel Uruguay optimista de los años 50 en que nos formamos, de aquel Uruguay con espíritu ganador.
Decía Plutarco cuando contaba la vida de los célebres varones de la antigüedad: la nobleza no se adquiere al nacer, la nobleza se adquiere en la vida y a veces al morir. A este amigo, a este hidalgo, a este caballero, a este caballero de la Democracia y de la república, a este uruguayo entrañable, le damos hoy nuestra despedida. Le decimos que el Uruguay siente el desgarrón de lo que con él se va, de lo que acaso no podamos reproducir porque el no era solo Hugo sino el sentimiento de tanta gente.”
lunes, 4 de octubre de 2010
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