jueves, 23 de abril de 2009

GARIBALDI, VISTO POR AMERICANOS E IZQUIERDISTAS

    Nuestro José Enrique Rodó y el cubano José Martí fueron, al decir del maestro mexicano Leopoldo Zea, “dos grandes adelantados en el campo de las ideas (que) buscaron la liberación cultural de ésta nuestra América”. Pues ambos fueron fervientes garibaldinos.
    Rodó –tal vez el intelectual uruguayo de mayor relieve en el orbe académico- le admiró no solo como héroe italiano, sino también como figura destacada de nuestra historia. “Pero además del Garibaldi universal –expresa en una parte de “El mirador de Próspero”-, de aquel que está tan alto que de todas partes se divisa su sombra veneranda, erguida, como un genio benéfico, sobre la esperanza de los oprimidos y el miedo de los opresores, hay el que los hijos de esta parte de América conocemos y sentimos (...) el Garibaldi conciudadano nuestro y general de nuestro ejército; el soldado de la inmortal Defensa; el que peleó contra Rozas; aquel a quien recordamos como un gran viejo de la casa y nombramos con orgullo”. (“Garibaldi”, prólogo a la obra “La bandera de San Antonio” de Hector Vollo).    En tanto Martí –el apóstol de la independencia de Cuba, a cuya patria ofreció nada menos que el tributo de su vida- colocaba al “héroe de dos mundos” entre los grandes del siglo XIX junto al autor de “Los Miserables”: “Cuando mire atrás desde lo porvenir, se verán en la cúspide de este siglo grandioso un caballero Cano, de frente acupulada, mirada encendida y barba hirsuta, vestido de vulgares paños negros: Víctor Hugo; y un jinete resplandeciente de corcel blanco, capa roja, y espada llameante: Garibaldi” (diario “La Opinión Nacional” de Caracas, 4/10/1891).    Pero, asimismo, le consideraba héroe americano y oriental. En una emotiva evocación de Médicis, un italiano compañero suyo, combatiente de la unidad de su patria así como de los liberales españoles en su lucha contra el absolutismo, escribía: “Decidió Italia ser libre, y rehacer la obra que desde la caída de Roma había sido deshecha, y Garibaldi y Médicis fueron soldados. Ellos batallaron juntos; ellos cabalgaron a la par por las llanuras argentinas en que los bravos de la Banda Oriental revolvían sus caballos entre las masas de soldados de don Juan Manuel de Rosas (...) Era Buenos Aires, en tiempo de Rosas, mazmorra ensangrentada, y él (Médicis) fue a golpear, con el puño de su sable, a la cabeza de los “colorados”, los muros de la mazmorra” (“La Opinión Nacional”, Caracas, 3/4/1882).    Todo un capítulo merecería la consideración de Garibaldi como figura venerada por la izquierda. A modo de brevísima sinopsis, observemos lo siguiente.    Emilio Frugoni, dirigente histórico del socialismo democrático uruguayo, le consideraba, sin titubeos, un “héroe nuestro”. En una página titulada “El valor italiano” –escrita durante el desarrollo de la segunda guerra mundial, dominada la patria del Dante por la barbarie fascista- decía: “Fue con un puñado de italianos que Garibaldi –el magnífico héroe de dos mundos- infligió en Dijón en el 70 (1), a los prusianos del general Moltke, la única derrota que sufrieron en esa campaña y les arrancó la única bandera que les fue capturada (...) Como italianos habían sido los que en Montevideo, cuando la Guerra Grande, se alistaron bajo el mando de Garibaldi en aquella legión que se cubrió de gloria rescatando el cadáver de Neira (2), y eran italianos los que acompañaban al gallardo paladín de la libertad en sus memorables hazañas del Río de la Plata y de San Antonio (3)”. (Frugoni, “El libro de los elogios”).    Luce Fabbri, la anarquista italiana radicada desde muy joven en Uruguay –hija de Luigi Fabbri, figura importante entre los libertarios peninsulares de fines del siglo 19 y comienzos del 20, amigo del célebre Enrico Malatesta(4)- escribió refiriéndose a los postreros años de Garibaldi, que en la “última década de su vida, su corazón estuvo cerca de todas las causas que le parecían apuntar hacia un porvenir mejor para todos. “Mi republicanismo difiere del de Mazzini(5) por ser yo socialista” –dijo en un reportaje.. Iba a los congresos “por la paz y la libertad”, fue amigo de Bakunin(6) sin compartir todas sus ideas, defendió a la 1ª Internacional de los Trabajadores, con la que estaba de acuerdo en todo –dijo- menos en lo que refiere a la propiedad privada. Estaba en contra de los ejércitos y a favor del pueblo armado. Era un hombre de la primera mitad del siglo XIX, formado como Mazzini, en la época del auge del romanticismo pero trataba de entender los nuevos tiempos” (Luce Fabbri, revista “Garibaldi”, Nº 4).     El propio Garibaldi se encargó de resaltar la influencia que tuvo América en su adhesión temprana al internacionalismo, de acuerdo a una carta de 1871: “Yo pertenecía a la Internacional cuando servía a la República de Río Grande y de Montevideo, o sea mucho antes de haberse constituido en Europa dicha sociedad”.    No es casual, asimismo, que Giuseppe Fanelli, compañero suyo en las jornadas de la república romana en 1848-49, en la campaña de los “mil de Marsala” en 1860, y en las luchas por la unificación contra los austríacos en 1866, fuera principal organizador de la sección italiana de la 1ª Internacional, así como propagandista de la misma en España.    Resulta evidente, entonces, la adscripción de Garibaldi a las ideas de avanzada tanto en América como en Europa. Sobre el punto, decía el historiador compatriota Carlos Rama: “La gran colonia italiana en el Río de la Plata, en el Uruguay aproximadamente desde 1840 y en Argentina desde 1852, estuvo dominada por el garibaldinismo , una mezcla de radicalismo político, nacionalismo republicano e ideas socializantes, que en la propia Italia corresponden a la “sinistra” (izquierda) minoritaria bajo el reinado de los Saboya” (“Socialismo utópico”, prólogo, selección y notas de Carlos Rama).     Los poetas “comprometidos” le prodigaron, asimismo, sus versos conmemorativos y encomiásticos.    Angel Falco, el vate libertario, escribió a raíz de su centenario: “Garibaldi fue el rey de la victoria/ Y era tanto y tan grande su prestigio/ Que al nombrarlo la gloria le decía/ el caballero andante del prodigio!/ Lo adoraban los pueblos; los ilotas/ Pudieran levantarle un monumento,/ Con el montón de sus cadenas rotas/ En proezas sin cuento!”. (“Garibaldi”, “En el Valhalla”).    Leoncio Lasso de la Vega, el poeta hispano uruguayo que se definía “socialista sin partido”, le cantó como uno de los responsables de la caída del poder temporal del papado: “Pero Italia, para su futura gloria, había mecido en su suelo la cuna de Garibaldi (...)El sacro libro de la Historia, se había abierto ante él para que escribiera en sus páginas las ardientes estrofas de un poema épico: y Garibaldi, el campeón legendario del siglo, apareció en la palestra, haciendo de la Democracia su ley, de la libertad su Dios, y de la Patria su dama” ( “20 de setiembre” – “Caída del poder temporal”). En fin, el propio Frugoni cinceló su “Oda a Garibaldi” para conmemorar su centenario en 1907.    Resulta, entonces, demostrado que Garibaldi fue, y es, figura admirada por ilustres americanos y por buena parte de la izquierda.   (1) Cuando la guerra franco prusiana de 1870-71, Garibaldi luchó a favor de Francia, lo que le valdría, cuando fue proclamada la República, ser electo a la Asamblea Nacional. (2) José Neira, jefe de la legión española cuando la Guerra Grande. (3) Combate desarrollado en el actual departamento de Salto el 8/2/1846, entre fuerzas de la Defensa al mando de Garibaldi y una fuerte división rosista al mando de Servando Gómez. (4) Anarquista italiano (1853-1932) (5) José Mazzini, político italiano (1805-1872), una de las principales figuras en la lucha por la unidad de su patria. (6) Miguel Bakunin (1814-1876) anarquista y revolucionario de origen ruso.    (nota publicada en "El Avisador" de Tacuarembó, agosto de 2008)  

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